! BIEN ! UNA CARRETERA


    
 
                                 
                

¡Bien!, una carretera

 
 
 

No hace mucho, el pasado domingo, recorrí varios kilómetros por la carretera autonómica Bu-825, y disfruté sobremanera del trayecto, que, en toda su longitud, es uno de los más bellos que se pueden realizar por la provincia de Burgos. Y que proporciona acceso a otros parajes igual de singulares.

Me entretuve, porque la distancia a realizar formaba parte de un plan de entrenamiento maratoniano en el que estoy embarcado, en pensar en ello.

Ahí, dominando el valle de Salas, descolla el castillo de Castrovido, cuyo núcleo urbano está lleno de evocaciones; sigue una cantera plena de fósiles del Jurásico y la subida a Arroyo –puerto de tercera categoría en la vuelta a la provincia-, que culmina en Campollano, mirador inconmensurable desde el que se divisan las Mamblas, el torreón de Lara, el Guijarrón de Hortigüela, la peña Carazo con su ‘fuerte’ San Carlos –como elementos más cercanos- y una pléyade de detalles orográficos. Y, flanqueado por la falda de Humarrero, bajé hasta Hoyuelos de la Sierra, pueblo que está en un momento frontera con el abandono.

Lo que sigue por la vía Salas-Cenicero lo dejo para otro capítulo, pero sólo hay que mencionar el Pedroso, uno de los ríos de los más puros de Burgos; las ferreterías de Barbadillo de Herreros; y la enorme riqueza medioambiental y paisajística para hacerse una idea de la grandeza y patrimonio por los que se transita.

Y en esas reflexiones, ya de vuelta, reparé en que el firme de la calzada estaba uniforme y bien compactado, y que la señalización horizontal destacaba en la negrura del asfalto. ¡Vamos!, que se notaba que está recién arreglada.

Hilando, a cuento de los ciclistas y muchos coches que me crucé y me pasaron, me ‘atrasé’ en el tiempo, y me dije: “si la carretera estuviera como antes, llena de ‘bañeras’, de baches, con los bordes mordidos e infinidad de cantitos sueltos, este paseo hubiera sido un infierno para todos”.

Ahí, entre las ‘llamas’, el peligro potencial, que, aunque está presenté en todas partes, aumenta inexorablemente con unas condiciones de conducción tan nefastas, y la pérdida, a chorros, de los encantos referidos. Y eso multiplicado por un factor exponencial cuando la presencia de visitantes y naturales de los pueblos de la zona se incrementa. Pero ese panorama ha cambiado, y ahora se puede transitar por la Bu-825 con otra ‘alegría’.

Sólo ha hecho falta que la Junta de Castilla y León se haya dado cuenta –bastante tarde, ¡vive dios!, y empujada por alcaldes, ciudadanos y Procurador del Común- de la tremenda necesidad que tenía esa vía de comunicación de una importante reforma.

El proyecto ejecutado es menor del que estaba previsto acometer, pero tal y como está el patio… Ahora nuestros representantes públicos se pueden percatar de que otra carretera, similar en patrimonio natural, que enlaza la ciudad milenaria con la villa de Santo Domingo de Silos, ‘tiene’ envidia de la Bu-825. A veces lo inerte tiene sentimientos.

Carmelo García
 
                                    
 
         
             

     

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